viernes, diciembre 22, 2006

Triunfo del poder obrero en San Luis Potosí
Un nuevo y glorioso episodio fue escrito en la historia de la lucha obrera en San Luís Potosí por los trabajadores de la Industria Vidriera del Potosí.

Esta vez, los sindicalizados pararon sus labores durante 24 horas, con el objetivo de denunciar la descarada connivencia entre la CTM y la Secretaría del Trabajo para pisotear la voluntad de los trabajadores. La paralización también tenía el objetivo de exigir a los directivos de la empresa el reconocimiento del comité ejecutivo electo democráticamente por los trabajadores.

La tarde del martes 21 de noviembre, los funcionarios de la Secretaría del Trabajo citaron a los representantes de la empresa, de la CTM y del comité democrático electo por los vidrieros, para anunciarles que otorgarían el reconocimiento legal a Rogelio Tristán Tello, suplente de quien fuera secretario general del sindicato y que había sido destituido junto con todo su comité desde marzo de este año. Por supuesto, Tristán Tello era sumiso a las órdenes de los cetemistas.

No importó que en diversas ocasiones los trabajadores de la Vidriera hubiesen manifestado su voluntad de apoyar a un comité democrático, independiente y de lucha. Por encima de la decisión de los obreros, estaban los corruptos intereses de los funcionarios y de los líderes cetemistas. Los directivos de la empresa, atestiguaron con mirada complaciente la repudiable resolución.
La asamblea más reciente de los vidrieros había previsto esta situación y resolvió llevar a cabo una medida de fuerza con la cual presionar para respetar la voluntad obrera. La acción se llevaría a cabo la noche del mismo 21 de noviembre.
Los obreros comenzaron a concentrarse en las oscuras calles de la zona industrial. Fueron llegando los camiones con los trabajadores que entrarían a trabajar al tercer turno. Todos bajaron y nutrieron el contingente, que a las 10 y media en punto, a la entrada del turno, se apostó frente a la entrada de la fábrica con la firme decisión de no entrar a trabajar.
Caía la peor helada en años en San Luís, pero el fervor de los trabajadores no se enfrió.La empresa se negó a responder a las demandas obreras. Pero la voluntad de los trabajadores era inque-brantable. La absoluta mayoría permaneció en las puertas de la empresa. Rápidamente se organizaron las comisiones para traer café y prender las fogatas. Todos esperábamos a los compañeros del segundo turno que permanecían en la fábrica.
Una cláusula del contrato colectivo obliga a los trabajadores a doblar turno, si la empresa lo requiere (se trata de una medida violatoria de la Ley Federal del Trabajo, que en su artículo 66 prohíbe que la jornada de trabajo se prolongue por más de tres horas en un día) y con ella querían obligar a los obreros que se encontraban laborando desde el segundo turno a permanecer en la fábrica y garantizar la producción.
Pero los compañeros no se amedrentaron y apenas se cumplieron las tres horas extras que marca la ley, salieron para sumarse al contingente de los compañeros del tercero. El funcionamiento de la fábrica quedó en manos de algunas decenas de trabajadores de confianza que pretendieron, sin éxito, mantener la producción de botellas.
Afuera, los compañeros comba-tían el frío con consignas, canciones y discursos ante un improvisado equipo de sonido. Repetidamente, sonaban las alarmas de las líneas de producción que se activaban ante los frecuentes fallos de los empelados.
A las seis de la mañana, el contingente creció con los obreros del primer turno, que entusiastas se sumaron al paro. Unos minutos después salieron los empleados y los contadísimos sindicalizados que siguieron trabajando. El repudio de los paristas para los esquiroles fue estruendoso.

Para esas horas ya estaba listo un volante que luego se repartió en diversas fábricas de la zona industrial y que decía: "A los empresarios y a los líderes de la CTM les da miedo que los trabajadores en otras empresas, que inclusive están en peores condiciones que en la Vidriera, se animen a luchar por lo que es justo y que, como en nuestro caso, obtengan triunfos y avancen en mejoras salariales, contractuales y en el trato por parte de los gerentes o supervisores. Les da miedo que más trabajadores se decidan a defender su dignidad…" Y remataba: "Nuestro movimiento es pacífico, es legítimo y, sobre todo, justo. Por eso, llamamos a todos los obreros a seguir nuestros pasos. Entre más trabajadores estemos libres de los controles autoritarios y corruptos de las viejas centrales sindicales, será más fácil vivir y trabajar mejor."
Después de que los compañeros del primer turno se sumaron al paro, cuando era ya evidente la disposición de los obreros a seguir con su movilización, lo mismo que la grave afectación a la producción que estaba representando la ausencia de los obreros, los directivos de la empresa accedieron a negociar la realización de un recuento interno, para definir a quienes respaldaba la base trabajadora como sus dirigentes, a cambio de que el paro no se prolongara indefinidamente.

Una semana después se llevó a cabo el recuento. Participaron más de 730 sindicalizados, y de ellos sólo 19 apoyaron a los cetemistas. El resto se pronunciaron a favor del comité ejecutivo democrático, encabezado por Valentín Marín Quistian.
La derrota fue tan aplas-tante que dos días después, siete de los cetemistas renun-ciaron a su trabajo en la Vidriera y lo mismo hicieron otros ocho la siguiente semana. El que había sido impuesto por la Secretaría del Trabajo como secretario general también pidió su liquidación y, además, firmó su renuncia al cargo sindical y todos los documentos con los cuales se facilitara una nueva solicitud de toma de nota para el comité ejecutivo encabe-zado por Valentín Marín.
Los obreros de la Vidriera del Potosí han cobrado conciencia. Saben que son el corazón de la producción, pero también su cerebro, sus ojos, sus oídos… Saben que son imprescindibles y que eso les da un tremendo poder, y lo han usado para dar un golpe mortal a los charros en su sindicato y para forzar a la empresa a respetar la voluntad obrera.